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Sobre la primera visita del nawashi Monko a Barcelona

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Sobre la primera visita del nawashi Monko a Barcelona

Siempre me ha gustado atar mujeres con poca ropaEmpecé haciéndolo con una torpeza infame: visto con la perspectiva de los años, me extraña que mis partenaires de entonces no me mandaran al carajo. Pero en fin: hace diez o quince años encontrar información de confianza sobre ataduras de inspiración japonesa era misión imposible. Era la época en que las webs noventeras de SM se llenaban de “shinjus” y “sakuranbos” (versiones deformadas de ataduras niponas) y toda la información que llegaba de Japón era de cuarta o quinta mano. Pero ay, qué fotografías magníficas veíamos…

Con el paso del tiempo empecé a encontrar maestros de confianza y mi currículum cuerdero se fue expandiendo poco a poco. Y es que durante los últimos cinco o seis años entramos en una nueva era de información veraz y fluida: varios atadores japoneses (nawashis) empezaron a viajar por Europa, Osada Steve y otros pasaron por Barcelona, y el shibari fue alcanzando (¡al fin!) una masa crítica que facilitaba organizar talleres, fiestas o performances con cierta garantía de éxito. Y mi sueño de traer nawashis japoneses a Barcelona (si Mahoma no va al monte Fuji, el monte Fuji viene a Mahoma) parecía acercarse cada vez más. Ya hablaré de otros atadores en futuros artículos. Pero hoy quiero hablar de Monko-san…

Había oído hablar elogiosamente de las ataduras de Monko en varias ocasiones, pero no me familiaricé de verdad con su trabajo hasta que vi unas cuantas fotos de su estilo sacadas de un blog en japonés. Me fascinó su dominio de los hishis (diamantes de cuerda), su delicada precisión geométrica y su aparentemente inagotable repertorio de recursos: en cincuenta bellísimas fotos parecían no repetirse casi nunca posiciones o figuras. 

No es fácil encontrar información sobre Monko: es un atador magnífico y con una técnica insuperable, pero no hace performance ni actuaciones. Contacté con él via Facebook, y al cabo de un tiempo y tras superar dificultades de comunicación se hizo evidente que había posibilidad de traerlo a Barcelona en su primer viaje fuera de Japón. La comunidad local de shibari acogió bien la noticia, más aún al enterarse de que Monko iba a REGALAR un taller de kinbaku en La Orbita de IO: sólo habría que cobrar un precio simbólico con el que pagar a la traductora y los gastos corrientes de la visita.  

Y sobre esa visita de 2013 quiero comentar algunas cosillas…

1) Comprobé que Monko-san tiene un trato fácil y alegre, y que combina esa buena actitud con una profesionalidad digna de elogio. Nada más descender del avión tras 19 horas de vuelo, y tras un brevísimo paso por el hotel para dejar las maletas, se lanzó a atar modelos, una tras otra, para una sesión fotográfica. Un cowboy de energía inagotable y humor volcánico e imprevisible, pero siempre en cualquier caso respetuoso.

2) Durante una de las cenas con que tratamos de obsequiar a Monko (probamos un magnífico rabo de toro), me sorprendió mucho enterarme de que había sido principalmente autodidacta a través de la observación atenta y la reinterpretación de ataduras de todo tipo. ¿Cómo había llegado Monko a ese dominio tan espectacularmente fino de la técnica y a obtener una caja de herramientas “shibarítica” tan amplia? Encontré esa información interesantísima, un canto a la libertad del outsider que aprende algo de todos sin casarse necesariamente con una sola escuela o un solo maestro. La cena fue demasiado breve, así que me quedé con las ganas de profundizar en sus años de aprendizaje e influencias principales. Si todo va bien, el próximo enero averiguaré más al respecto. :)  

3) Comprendí que Monko no enseña (ni aplica) técnicas de espectáculo o performance, sino sencillamente de shibari/kinbaku en estado puro, técnicamente insuperable, que luego cada cual pueda aplicar a su propio estilo de atadura y técnicas de escenario. Esto resulta valiosísimo: no resulta fácil encontrar maestros que enseñen las mejores técnicas de forma depurada y sin contagiar manierismos propios.   

4) Comprobé el respeto que tiene Monko a las modelos. Cuando ata a una mujer que no conoce mantiene las distancias con ella: le regala una atadura bellísima, pero no toca donde no debe tocar sin pedir permiso explícito, ni asume por el hecho de estar atando que puede (o debe) jugar con la modelo. Esta actitud no es a veces bien entendida: hay quien lo interpreta como frialdad y distancia hacia las modelos. Yo vi un respeto poco habitual en un mundillo en que lo que abunda es tomarse demasiadas libertades. Eso sí: cuando Monko ató a la mujer que la acompañó desde Tokyo, la inefable Mayumi Nakano, se permitió tocar, jugar, azotar y provocar (cómo me reí con las frases obscenas que la traductora me traducía al oído, muy roja). 

En conjunto fue una experiencia magnífica, de la que me llevé un recuerdo imborrable. De ahí que me llevara una enorme alegría cuando Monko anunció que volvería a Barcelona en enero de 2015, impartiría un nuevo taller y celebraría una fiesta en La Orbita de IO. Aquí tenéis toda la información necesaria para venir… Los talleres este año no pueden ser ya gratuitos (dos años seguidos de regalo sería abusar), pero existe la oportunidad de asistir como participante o como observador a un precio más reducido.

Cada atador es un mundo: eso es cierto tanto para los nawashis japoneses como para los atadores locales. Todos tenemos nuestras neuras, estilos, habilidades, puntos fuertes y débiles, simpatías o antipatías, intereses económicos y afinidades personales. Sin embargo, tenemos (quiero creer) algo en común: amor por el arte de la atadura erótica. Disfrutémoslo. :)

En la foto inferior de Vic Moore, mi pareja Mystic Shell atada por Monko-san.  

Hay que joderse Hay que joderse - Blog tentacular de Josep Lapidario


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